Pueblos Indígenas en América, Desafíos para la Igualdad en la Diversidad – 2016

FUENTE: CEPAL

En las últimas décadas América Latina ha experimentado, a diferentes velocidades y con rasgos variados en los distintos países, significativos progresos en su desarrollo económico y social, como lo demuestran el sostenido crecimiento económico, la reducción de la pobreza e importantes logros en diversos indicadores sociales. Sin embargo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha enfatizado que estos avances están encontrando límites, ya sea para sostenerse o para expandirse, y que la región debe enfrentar los desafíos que representa el cierre de las brechas originadas por la heterogeneidad estructural, la vulnerabilidad externa y la persistencia de altos niveles de desigualdad. 

Los pueblos indígenas forman parte de los colectivos más desfavorecidos, como resultado de complejos procesos sociales e históricos que se iniciaron hace más de 500 años y que fueron estableciendo prácticas discriminatorias persistentes hasta el presente e implicaron un despojo sistemático de sus territorios, con graves consecuencias para su bienestar. 

No obstante, después del n de la Guerra Fría, en un mundo globalizado y pluricultural, la irrupción de los pueblos indígenas y su agenda de derechos se enmarca en una diversidad de luchas por el reconocimiento y la dignidad humana. Este fenómeno no es exclusivo de la región, sino un proceso global. 

La tenaz resistencia de los pueblos indígenas se expresa actualmente en la instauración de un nuevo estado de cosas en lo político y lo territorial, así como de nuevos modos de relación institucional entre los Estados y dichos pueblos. La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas ha sido el corolario de las prolongadas luchas indígenas y sintetiza el estándar internacional, obligatorio para los Estados, ofreciendo un marco normativo explícito como enfoque para las políticas públicas. Si bien en este libro se registran progresos indudables en materia de la aplicación de estos derechos, por otro lado se constata que las brechas persisten y que las desigualdades continúan siendo profundas. 

Uno de los mayores desafíos que enfrenta la región en su búsqueda de la igualdad es la inclusión de los derechos de los pueblos indígenas entre las prioridades de las políticas. Los retos son enormes, si se considera que en la región, como se examina en este estudio, existen más de 800 pueblos indígenas, con una población cercana a los 45 millones de personas, que se caracterizan por su amplia diversidad demográ ca, social, territorial y política, e incluyen desde pueblos en aislamiento voluntario hasta pueblos que están presentes en grandes asentamientos urbanos. A esto se agrega que el crecimiento económico registrado en la región es altamente dependiente de los recursos naturales y de sus precios internacionales, al mismo tiempo que se observa una débil gobernanza de estos recursos. La reprimarización de la economía ha ocasionado fuertes presiones sobre los territorios de los pueblos indígenas y ha desencadenado numerosos con ictos socioambientales todavía no resueltos. 

La propuesta actual de la CEPAL, plasmada en los documentos presentados en sus períodos de sesiones de 2010, 2012 y 20141, es la de un desarrollo centrado en el valor de la igualdad con un enfoque de derechos. Asimismo, hemos señalado que es necesario rediseñar los equilibrios entre el Estado, el mercado y la sociedad para construir pactos en que concurran aquellos actores que garanticen acuerdos políticos de largo alcance. Con estas premisas, es indudable que los pueblos indígenas deben ser incluidos en tales pactos y que estos deben abrir espacios para avanzar más rápidamente en la aplicación de los estándares internacionales. Uno de los principales desafíos en esta materia es la integración de los derechos de los pueblos indígenas en un nuevo modelo de gobernanza de los recursos naturales. Se trata de transitar desde los “nuevos tratos” hacia los “nuevos pactos”. 

Junto con lo anterior, los conocimientos ancestrales, las innovaciones y las prácticas tradicionales de los pueblos indígenas para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica, así como el desarrollo de las diferentes modalidades colectivas de las economías indígenas, ofrecen una oportunidad valiosa para la construcción de un nuevo paradigma de desarrollo, basado en un cambio estructural hacia la igualdad y la sostenibilidad. Es fundamental el reconocimiento del aporte de los pueblos indígenas en la superación de los retos que trae consigo el porvenir de nuestra región. 

En 2014, se llevó a cabo la reunión de alto nivel conocida como Conferencia Mundial sobre los Pueblos Indígenas, en la que los Estados Miembros de las Naciones Unidas aprobaron un documento nal histórico, en el que renovaron su compromiso con la plena realización de los derechos de dichos pueblos. En 2015, la comunidad internacional aprobó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con el compromiso de que nadie se quede atrás. Para cumplir con estos acuerdos, es preciso visibilizar nuestra genuina diversidad; de allí el título de este libro. 

En este contexto, resultan imprescindibles las voluntades políticas que permitan avanzar en el cabal cumplimiento de los derechos humanos de los pueblos indígenas, incluidos las mujeres, los niños y niñas, los jóvenes y las personas mayores, así como de su derecho a ser colectivos diferentes. Esto no solo constituye un asunto de justicia social, sino que contribuirá en gran medida a cimentar los cambios profundos que necesitan la región y el orbe, sentando bases más sólidas para la paz mundial.


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